Como director y fundador de la Colegiata Marsilio Ficino y de la revista Symbolos y su anillo telemático, quiero presentar este nuestro blog oficial de la Colegiata, que esperamos sea ágil y dinámico pese a la profundidad del pensamiento que le es inherente. Lo hacemos también con el Teatro de la Memoria, una nueva manera de percibir lo ilusorio y la ficción que uno puede vivir trabajando en el laboratorio de su alma e intelecto, lo cual es una novedad ya presentida en el tratamiento de la cosmovisión y su representación teatral. Por lo que deseo a esta forma de expresión del Arte –que sin embargo tiene precedentes ilustres– la mejor de las andaduras y el mayor éxito.
Federico González

sábado, 23 de julio de 2011

Historia Sagrada II

.



NOCHE DE BRUJAS
(Federico González, Noche de Brujas. Auto sacramental en dos actos. Introducción de Francisco Ariza. Symbolos, Barcelona, 2007).

.


Prólogo
Ubicarnos en el Mediodía francés o en el norte de España en la época Inquisitorial, donde existió no sólo una persecución contra las llamadas brujas sino también, e indistintamente, contra magos, alquimistas, cabalistas, médicos, astrólogos y por qué no decirlo: los verdaderos sabios, que conocían perfectamente bien en que se sustenta la magia y la teúrgia. La obra se ubica en esa época histórica, pero hemos de decir que es perfectamente actual pues la confusión y la estupidez que rigen el pensamiento del hombre moderno, ignorante de su origen divino, su verdadera identidad y todo lo que la fundamenta, embrutecido por lo material, y poseído por la hipocresía, la doble moral, la degradación y la maldad, no está lejos de aquellos inquisidores que condenaban todo lo que no entendían y que identificaban con el mal, valiéndose de acusaciones tales como que se atentaba contra los dogmas de la Iglesia, cosa que les producía terror.
Esta es una obra que ejemplifica, en los dos actos, las dos fases del viaje iniciático, descendente y ascendente, que recorre el iniciado por el plano intermediario del alma hacia su deificación, o sea, a la identificación con su naturaleza superior. Pero no siempre el iniciado se ve a sí mismo fácilmente. Es necesario que alguien le sirva de espejo. Por lo que sumergidos en el pozo del horror no nos queda más que asumir plenamente la muerte a toda esa estructura falsa, enquistada en la psiqué -nuestras creencias-, y comprender que “saber morir” -desprenderse continuamente de todo y vivir permanentemente un estado virginal- es la operación alquímica (la aceptación consciente de la muerte) que hará posible transmutar cualitativamente nuestra naturaleza inferior en la superior.
Citaremos textualmente toda la obra y dejaremos que las voces articuladas entre el Diablo y las Brujas hablen por si mismas y marquen el ritmo y la metría, las pausas, los tonos y timbres que van penetrando el alma del auditor, ya que su poder evocador e iniciático, donde alquimia y teúrgia se funden en un sólo acontecer, es de tal resonancia y profundidad que no hay nada que añadir ni explicar, pues lo dicen todo. Además, omitir alguna parte sería interrumpir de alguna manera la ceremonia, el rito mágico de todo lo que este acto de fecundación simboliza. Aclarar también que con respecto al Diablo y a las Brujas no se deben hacer asociaciones personales de ninguna especie -Hermes no tiene rostro, ni es propiedad de nadie-, ya que esta es una ceremonia prototípica donde se conjuga cielo y tierra, y los personajes son entidades universales. Por otra parte, también pensamos que siendo este el último número de la revista SYMBOLOS no podemos dejar de publicar esta obra que constituye parte integral de la enseñanza impartida por Federico a viva voz, o sea a través de su palabra hablada.
Nos dice Francisco Ariza en su introducción a este canto compartido:



El verdadero secreto de la operación alquímica e iniciática consiste en “saber morir”, o sea no como un simple acto irreflexivo y desesperado, sino como una asunción plena y consciente de que la muerte nos da la “clave” para la transmutación cualitativa de la naturaleza inferior en la superior. Se comprende entonces la utilización por parte del Diablo y las Brujas de un lenguaje particularmente corrosivo. El Diablo, como gran hierofante iniciador, asume la función de disolver todo aquello que nos condiciona, empezando por esa superestructura mental que creemos es nuestra identidad y que sin embargo se nos revela como una total ilusión. Si destruimos aquello que representa nuestra mayor seguridad ¿qué nos queda? Esa inmersión en el caos alquímico, ese “regreso al útero” de la Diosa, o como se dice en la obra “a las regiones siempre vírgenes e inexploradas”, es el comienzo del nuevo nacimiento; de la coagulación, después de la disolución, en un modo de ser superior y trascendente. Curiosamente esta operación se realiza a través del propio deseo que antes del nacimiento físico nos provocó la tentación de existir. Y ese deseo, esa pasión, es el Diablo, que de esta forma se convierte en el principio o yo que se sitúa inmediatamente por encima del ego personal e individual.
Así pues, el Diablo, devuelto a su función sagrada, es el “genio” o “doble” (el yo vigilante) de la conciencia. Pero, como se señala nuevamente en la obra, “...cuando la pasión ya no puede con la pasión y nos sume en el caos completo (...) sumergiéndonos una vez más en la ignorancia... ¡Es cuando surge Amor...! encarnándose en nosotras, y volviendo a unir de otra manera lo que pasión desató”. El Amor de que se trata no es otro que Venus Urania, la Diosa de la concordia y protectora asimismo de las artes y ciencias sagradas; se trata de la transposición celeste de las potencias telúricas encerradas en el interior del alma humana, las que encarnan a su vez a la Venus Pandemos, al reflejo invertido de aquélla.




Y en nota:




Los genios o demonios terrestres son ambivalentes; tanto pueden constituir una ayuda como un obstáculo en el camino del conocimiento. Ellos representan fuerzas elementales (presentes por igual en la naturaleza y el hombre), a las que hay que saber ordenar mediante un trabajo intenso sobre uno mismo.
..
A la obra en sí le preceden dos notas al texto del autor que enunciamos literalmente aquí:
.
I. Pese a que esta obra tiene dos actos, lo ideal es representarla de una sola vez, sin telón entre ellos, y apenas en un entreacto de oscuridad, el que se aprovechará para cambiar elementos de la escenografía.
II. Es importante destacar que el vestuario de las brujas y el demonio aparenta ser fastuoso aunque esté compuesto de apenas unos pocos elementos bien armonizados, lo mismo que la escenografía, que ha de representar un claro en la fronda lujosa. El motivo escenográfico central, que marca los ritmos coreográficos y de puesta en escena -al igual que el diálogo y la estructura general de la obra-, es el fuego. Y éste aparecerá cálido y dorado, enjoyando toda la ceremonia. Igualmente los personajes han de ser jóvenes, ágiles y bellos, o al menos así aparentarlo en la escena. No hay chamán, o mago pobre, aunque nada tenga. Ni brujas que cumplan con los requisitos y las aspiraciones de la clase media.
Otro si: Es conveniente aclarar que la obra está concebida como un espectáculo total donde la música, las canciones, las entonaciones de la voz, las pausas y los gestos adquieren un carácter ritual.
Siendo el fuego, como hemos dicho, el protagonista central, tanto la medialuz que producen sus llamas como el humo deliciosamente aromático y su brumosa apariencia cumplen una función primordial en el desarrollo de esta pieza y en su puesta en escena.

.
La magia de la vida es una representación perenne y un acto teúrgico permanente.
Atravesado por el eje del mundo hasta su límite, desde allí, invocando a los dioses celestes, terrestres e inframundanos el iniciado empieza su sacrifico. De la mano del autor descendamos a los infiernos y visitemos las entrañas de la tierra y las profundas y oscuras aguas de la psiqué.
Tocados en las fibras más íntimas por la fuerza de las imágenes que transmiten las palabras arrobadoras contenidas en esta obra -el don de la Palabra-, aparece Lucifer, despertador de la energía sexual-espiritual, el deseo y la pasión producidos por el fuego interno. La atracción, Eros, que generó todos los universos desde el seno del Caos.
Y a continuación el Diablo nos invita a oír su pensamiento y ver a través de sus acciones. Continúa la disolución con la espada de la Palabra, y arrecia la resonancia de su Voz. Desde estas combustiones producidas por el azufre, se invocan a los dioses atmosféricos y los dioses terrestres.
“El andrógino: el ambidextro...” promulga la putrefacción, la disolución, y la coagulación, operaciones alquímicas sin las cuales no hay posible ascenso. Y empieza el conjuro; y vivenciado el derrumbe de todo, en profundo silencio, nos disolvemos en la nada.
.
Introducción a la Obra
.
(Telón abre a decorado de bosque nocturno).



Se encuentran en un sendero un Forastero -que se halla perdido pues hace rato no vive en su tierra- y un Peregrino llevando ambos antorchas en las manos, y éste le pregunta:


¿Qué buscáis?
Y el Forastero responde:



¿Acaso lo mismo que vos?
Y agrega:


¿No es por ventura hoy el día del solsticio, cuando el sol parece detenerse y la naturaleza entera sobrecargada por la plenitud del verano estalla en sus noches henchidas y olorosas?


Luego de ponerle al tanto de lo mala que se encuentra la situación en su nación, donde todos los valores han sido usurpados, sus tradiciones aplastadas, profanados sus bosques y grutas y destruidas sus creencias por los falsos “señores”, el Peregrino le dice que no todos han caído en el olvido, y que “aún se mantienen los del lugar, el Señor de Mont-Real y sus dos hermanos, uno clérigo y otro sabio y alquimista y todos conocedores de los secretos de la ciencia y las tradiciones de sus antepasados”, pero que yacen “aislados, sitiados en las montañas”, aunque desde allí “protegen sus antiguas costumbres y a nuestro pueblo, odiados por la Iglesia y los señores, los que ahora controlan todo el valle”.
.
(En este momento se encuentran con una caravana de hombres, mujeres y niños, de diversa condición, los que en medio de bellos cantos se dirigen en forma ordenada al Sabath). (Se instalan, llevando sus antorchas, en círculo. Aparecen cuatro mujeres -las brujas-, que transportan un poste sacrificial que colocan en el centro del escenario, sentándose enrededor. Los asistentes forman un círculo más grande, rodeándolas). (Las brujas comienzan a hacer algunos gestos, lentamente van ordenando sus elementos alrededor del eje, sacan unas copas de unos bultos, consagran y bendicen sus pócimas y ungüentos y se sirven y se untan ostentosamente. Prenden el fuego central dos de ellas y gesticulan entre sí).


Lucrecia Herrera


(Continuará)

No hay comentarios: