Recordando aquella representación y viendo su actual labor, se hace patente que La Colegiata ha aprendido también un oficio. Pero no aquel oficio que a veces se enseña en las escuelas de interpretación, y que consiste en adquirir la técnica de las apariencias, una virtuosa impostación que permite al actor dar mecánicamente con el registro adecuado mientras piensa en sus cosas. Se instruyen así profesionales efectistas, pequeños magos psíquicos que manejan con destreza el gesto y la voz.
Lejos de este aprendizaje hueco nos queremos referir al auténtico oficio del teatro, aquel acto ritual despojado de ceremonialismo que no diferencia entre herramientas de interpretación y la interpretación misma, ni tampoco entre ensayo y estreno, ni en última instancia entre teatro y vida. Un oficio que en síntesis consiste en el arte de respirar, saber extraer la palabra del silencio. La respiración de un organismo vivo - el personaje, la escena, la obra- que se contrae y dilata al ritmo que cada actor entregado precisa, el cual ya no se ve a sí mismo como un individuo que tiene que dar la talla “como si fuera” determinado personaje, sino que al olvidarse de su interpretación (etimológicamente su “mediación”), porque ha entendido que lo importante es el mensaje y no quien lo vehicula, ya no se visualiza entonces como una parte sino como el centro, el Todo. Aunque le corresponda callar en una esquina del escenario.
Si bien el Conocimiento excede cualquier idea de duración o cronología, también es cierto que la alquimia trabaja con el favor del tiempo, con su maduración, y cinco años es un periodo significativo. La transmutación se revela en cómo reverbera el texto en uno, y aquel mensaje que hace cinco años ya se percibía completo en su orden, abre ahora nuevas brechas fecundando espacios más universales, en extensión y profundidad. Se reconoce Uno en la “sustancia del pensamiento” y en todo aquello que no es la “sustancia del pensamiento”. Se hace obvio que las pasiones, que atan al hechicero horizontal, en verdad liberan aprovechadas inteligentemente por el auténtico mago. Aquel que tras iniciar su singladura se ha dado cuenta de que su oficio consiste en algo tan simple como aparentemente complicado: soltar amarras.
2 comentarios:
Hola! Muy interesante vuestra página, aclarais cosas importantes, sois todo menos confusión.
Por favor, mirad la mia por si os puede interesar, trabajamos con plantas sagradas con una persona indígena con conocimientos muy antiguos: www.tilauyapa.blogspot.com
Gracias, un saludo,
Yukavima
Nos alegramos de haber recibido vuestro mensaje y os acompañamos en vuestros trabajos tomados siempre con la mayor seriedad posible.
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