Nos ha llegado al anterior post sobre La Tempestad, un sugerente comentario “anónimo” que queremos reproducir aquí. Se trata de un fragmento de la introducción al libro El secreto de Shakespeare, de Martin Lings.
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"En la actualidad ya no cabe duda de que ya a la edad de 30 años o antes, Shakespeare estaba familiarizado con diversas doctrinas -algunas verdaderamente esotéricas, o meramente ocultistas- que tanto apasionaron a los dramaturgos londinenses y otros escritores del momento, así como a los aristócratas que les apoyaban, protegían y animaban. No es necesario decir que la corriente principal del legado místico de la Edad Media era cristiana; pero hacia el final del siglo XVI esta corriente se había visto incrementada con otras corrientes tributarias: pitagóricas, platónicas, cabalísticas, herméticas, iluministas, rosacrucianas, alquímicas.....
Pero esencialmente las tradiciones no cristianas coincidían con el misticismo cristiano, a pesar de diferencias de terminología y perspectiva. Se ocupaban, en primer lugar, de los medios de purificar el alma (katarsis)de su naturaleza caída y finalmente, el fruto de esta restauración del estado primordial, la reunión beatífica del alma con Dios. Shakespeare sabía muy bien que el resultado del matrimonio químico del azufre y el mercurio, o del rey y la reina, el magnum opus de los alquimistas, es el alma rectificada y resucitada, y que la obra alquímica es, así, una primera etapa indispensable del camino que conduce a la unión del alma perfeccionada con la divinidad. Esta unión es, de hecho el tema del poema alquímico de Shakespeare El Fénix y la Tórtola."
El comentarista anónimo se despide con estas animosas palabras que agradecemos profundamente:
"Un saludo y os animo a que sigáis trabajando en la transmisión de esta concepción del teatro como medio de provocar la katarsis con la que disolver la dualidad entre soñador y soñado y poder participar del único e infinito instante de la creación."
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"En la actualidad ya no cabe duda de que ya a la edad de 30 años o antes, Shakespeare estaba familiarizado con diversas doctrinas -algunas verdaderamente esotéricas, o meramente ocultistas- que tanto apasionaron a los dramaturgos londinenses y otros escritores del momento, así como a los aristócratas que les apoyaban, protegían y animaban. No es necesario decir que la corriente principal del legado místico de la Edad Media era cristiana; pero hacia el final del siglo XVI esta corriente se había visto incrementada con otras corrientes tributarias: pitagóricas, platónicas, cabalísticas, herméticas, iluministas, rosacrucianas, alquímicas.....
Pero esencialmente las tradiciones no cristianas coincidían con el misticismo cristiano, a pesar de diferencias de terminología y perspectiva. Se ocupaban, en primer lugar, de los medios de purificar el alma (katarsis)de su naturaleza caída y finalmente, el fruto de esta restauración del estado primordial, la reunión beatífica del alma con Dios. Shakespeare sabía muy bien que el resultado del matrimonio químico del azufre y el mercurio, o del rey y la reina, el magnum opus de los alquimistas, es el alma rectificada y resucitada, y que la obra alquímica es, así, una primera etapa indispensable del camino que conduce a la unión del alma perfeccionada con la divinidad. Esta unión es, de hecho el tema del poema alquímico de Shakespeare El Fénix y la Tórtola."
El comentarista anónimo se despide con estas animosas palabras que agradecemos profundamente:
"Un saludo y os animo a que sigáis trabajando en la transmisión de esta concepción del teatro como medio de provocar la katarsis con la que disolver la dualidad entre soñador y soñado y poder participar del único e infinito instante de la creación."
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