Como director y fundador de la Colegiata Marsilio Ficino y de la revista Symbolos y su anillo telemático, quiero presentar este nuestro blog oficial de la Colegiata, que esperamos sea ágil y dinámico pese a la profundidad del pensamiento que le es inherente. Lo hacemos también con el Teatro de la Memoria, una nueva manera de percibir lo ilusorio y la ficción que uno puede vivir trabajando en el laboratorio de su alma e intelecto, lo cual es una novedad ya presentida en el tratamiento de la cosmovisión y su representación teatral. Por lo que deseo a esta forma de expresión del Arte –que sin embargo tiene precedentes ilustres– la mejor de las andaduras y el mayor éxito.
Federico González

viernes, 9 de enero de 2009

El Ditirambo


Meditar sobre el origen de cualquier arte es conocer su carácter simbólico, y para ello nos puede servir a veces de ayuda investigar sobre sus orígenes históricos. Eso sí con la prevención de sortear, trascender el prejuicio moderno, que siempre pretende unos comienzos arcaicos ligados a la superstición ignorante y a lo rudimentalmente utilitario, que además graciosamente y con el tiempo irían evolucionando de grado en grado hasta llegar a la “compleja y sutil abstracción” del arte actual. Se trata pues contrariamente, de atravesar estas convenciones universitarias y reconocer tras ellas una síntesis esencial, verdaderamente original, la que vendrá invariablemente ligada a lo ritual, al mito.

En el caso del teatro occidental, cualquier manual que consultemos nos habla de unas composiciones poéticas que todavía en el siglo VII a.C. se cantaban y bailaban en honor al dios Dioniso: el ditirambo, el canto dionisíaco. Poco se sabe de estos himnos corales pero las imágenes que nos llegan son sugerentes: hombres cubiertos con pieles de macho cabrío profiriendo gritos y danzando con “delirio extático” alrededor del altar donde se sacrifica el animal, cuya sangre riega la tierra fecundándola. Paulatinamente, de este grupo de músicos-danzantes llamados trasgos, se iría diferenciando primero el corifeo del coro, y más tarde los distintos personajes que acabarían constituyendo los actores. (De la palabra trasgos que también significa macho cabrío, deriva etimológicamente “tragedia”, mientras que “comedia” provendría de comos, canto alegre).
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. . . . . . . . . . . . ... ...... ....... .... Dioniso

Sabemos que Dioniso, el dios del vino es el “dios nacido dos veces”, y precisamente este segundo nacimiento, la muerte y resurrección inherentes al proceso iniciático es lo que el ditirambo invoca y ritualiza. Aquellos hombres y también mujeres presas de un frenesí báquico, de una lúcida embriaguez encarnaban una agitación salmodiada y reincidente, que se complementaba con la inmovilidad axial del altar sacrificial. Sabían que la auténtica fecundidad, que por supuesto la tierra y la naturaleza entera simbolizan, es la de su corazón dispuesto, en simultaneidad con la catarsis dionisíaca, a la Contemplación de la Unidad del Todo.

Este es el verdadero teatro, (palabra que etimológicamente proviene de “yo contemplo”), el que reivindicamos desde La Colegiata Marsilio Ficino, que por otra parte es el que sigue animando todas aquellas funciones que aún hoy insospechadamente transmiten un furor inefable, análogo al del ditirambo.

A.G.

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