Como director y fundador de la Colegiata Marsilio Ficino y de la revista Symbolos y su anillo telemático, quiero presentar este nuestro blog oficial de la Colegiata, que esperamos sea ágil y dinámico pese a la profundidad del pensamiento que le es inherente. Lo hacemos también con el Teatro de la Memoria, una nueva manera de percibir lo ilusorio y la ficción que uno puede vivir trabajando en el laboratorio de su alma e intelecto, lo cual es una novedad ya presentida en el tratamiento de la cosmovisión y su representación teatral. Por lo que deseo a esta forma de expresión del Arte –que sin embargo tiene precedentes ilustres– la mejor de las andaduras y el mayor éxito.
Federico González

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Una luz en la oscuridad

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Crítica del estreno de Lunas Indefinidas en Cotxeres Borrell:


Lunas Indefinidas de Federico González es una obra extraordinaria. Si decimos que los misterios no son sólo los de la "antigüedad" sino que siempre son una adaptación del mito que utiliza las imágenes cotidianas para transformar nuestra conciencia, quizá a alguien le parezca exagerado, pero esta obra nos lleva al vacío de nuestra propia nada mientras que al mismo tiempo un metalenguaje nos está haciendo presente que más allá de nuestros prejuicios hay un orden extraño que se nos escapa porque no podemos poseerlo, pero nos damos cuenta de que estamos inmersos en él, que nos está incluyendo y hablando de nosotros mismos, tan en primera persona como nos permitamos aceptarlo. De lo poco que se sabe literalmente de los misterios de Eleusis, por ejemplo, hay una frase, que dice entre alguna cosa más, "he tomado del cesto y he puesto en la canasta, y he tomado de la canasta y devuelto al cesto" lo que significa lo mismo que separar para unir, establecer un orden como vehículo para reconocer el cosmos y abandonarlo. Los elementos de los misterios pueden ser tan cotidianos como un grano de trigo para los griegos, pero su disposición, lo que sucede con ellos, abre brechas en la percepción, y lo mismo sucede con la palabra; el hierofante, el que muestra los símbolos, lleva a cabo su función y un lenguaje comienza a hablar de lo inefable.

Aquí el lugar, el espacio escenográfico-temático, es tan aparentemente loco como una escuela de conocimiento en forma de clínica con médicos y enfermeras, y sin embargo la medicina es parte de la función de Hermes, o de su hijo Asclepio, o de su hermano Apolo con quien intercambia dones: la cítara con la que éste pulsa la armonía de las estrellas (externas o internas) y la vara de oro con la que Hermes conjuga opuestos y contradicciones. Muchos asistentes nos hemos reído en forma, unos en unas ocasiones y otros en otras, y más unos en esta y otros en aquella, y sin embargo esto es, o incluye, un drama tremendo: de hecho las desgracias, torturas e injusticias y que asolan este mundo son desde cierto punto de vista sólo un símbolo de dicho drama: aunque se sea "feliz" –por cierto lo peor que según la escuela le puede ocurrir a cualquiera de los candidatos– el destino del que no se entera, o no se entrega, es la inmersión en el completo olvido, pasando por un retorno al sueño si es que alguna vez se ha llegado a salir de él. Pero es que son muchos los aspectos, matices y anécdotas condensados en la función, y como dice un extracto de Estobeo (pertenecen al Corpus Hermeticum), los dioses han recibido en participación a los hombres y por eso en nosotros las lágrimas son Cronos, la cólera Marte, el amor la de Pafos, etc. y la risa el Sol, porque por él ríen el universo y las demás estrellas. Lo que puede entenderse porque es el dador de la luz, el calor y la vida, pero más aún porque en el centro, donde se entrelazan todos los colores, todo es posible, también la liberación. Como las dos obras anteriores del mismo autor, esta es un compendio sintético de enseñanza hermética, ¿qué iba a ser, una cosita literaria para el consumo? Aunque aquí tipo escrita en clave, aunque quizá no tanto, tal vez sólo en una primera audición pues es mucho lo que hay que asimilar, lo que queremos decir es que, quizá por los tiempos en que vivimos, va directamente a recordarle al espectador que el hombre es una imagen de la Posibilidad, y que esto involucra su existencia lo cual debería tomar verdaderamente en serio, pues viene a ser solamente un espacio entre dos olvidos.

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Al abrirse el telón estamos en la recepción de la clínica, agradable y con lo imprescindible pero no austera –en el vídeo observar el florero y las dos sillas, que a su manera lo dicen todo; la encargada de atender la puerta lleva unas llaves en la mano y nos hace partícipes de un discurso sobre la naturaleza del símbolo, y sobre su propia función en la que reconoce la de Jano. Como es imposible resumir este discurso que trata como toda la obra de la verdadera magia, nos quedaremos con algo que se dice de las dos caras de Jano, una tiene que ver con lo suprahumano, o sea con lo que no es humano, y la otra con lo propiamente humano y por tanto con esa persona misma, la portera, y que dicha deidad reúne o vincula ambos aspectos –como el símbolo, "del que no puede decirse en concreto qué es, pues lo que hace es representar". Hay que asistir a la obra varias veces y puesto que esta era la única representación habrá que esperar que se publique, se edite el dvd, o a verla en YouTube; porque hay que empaparse de esta obra, untarse con ella de arriba a abajo como con un ungüento para que con el vacío y la negación de lo conocido, de lo que suponemos que somos y aun cuando se conozca a algún nivel una enseñanza de la cosmogonía, podamos constatar que en verdad el universo es una arquitectura de palabras, que el verbo puede recrear la realidad, recrearnos a nosotros mismos, que el mundo es también un Teatro de la Memoria, condensado aquí en una hora y media.
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Llaman a la puerta y comienza la primera parte, el primero de tres casos clínicos, que a bote pronto podemos relacionar con el aprendiz de una escuela de conocimiento, aunque éste parece difícil que pase de simple profano. Es alguien que ni siquiera oye lo que le dicen –aunque le señalen este hecho (y que el Pájaro de Fuego que renace de sus cenizas es el Fénix y no el ballet de Sravinsky), y lo haga la doctora Ester que parece pertenecer a un espacio redondo, esférico, como de un jardín de El Bosco, no se sabe si encerrada en él o generándolo–, el candidato siempre habla de lo que tiene, su único afán es no perder el control en los medios que le ha dado su profesión de escritor, de crítico reconocido, y no quiere que se le vaya a escapar este ramo de los progresos en la sabiduría, de alguna manera se le movía el suelo y quiere poder decir que ha experimentado el reconocido método del profesor, seguramente tener un diploma, aunque también no apartarse del camino recto del que temía alejarse, al que identifica con la estabilidad familiar y social, arduamente recuperada después de una crisis existencial de hace años.

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Teme no saber responder a cualquier pregunta, hasta miente de modo colegial y piensa que su historia es lo más importante del mundo y debe ser atendida. Aunque se le aplica el taladro de la verdad no se entera de nada, y no sabemos qué será de él cuando acepta libremente seguir con el método del profesor, del que está seguro obtener buenos resultados. "Sopesa los pros y los contras" sin tener idea de qué se trata, aunque afirma que es muy profundo lo que ha oído de aquellos "conectados con las altas esferas" a quienes disculpa por convalecientes. El pobre Adán –quizá un auténtico delincuente– probablemente ni se imagina que podría tener que transmutar en andrógino.

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Ha cambiado el decorado y el segundo caso es alguien que empezó el tratamiento hace unos años y se confiesa enfermo de exilio, se puede morir de eso, igual que de ausencia, y esa angustia que sufre tiene que ver con el amor, como toda pasión.

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Pero está en manos del Dr. Chuleta, esa auténtica "comadrona hijo de puta" que tiene por misión alumbrarle, darle a luz, y que sólo tiene obligaciones, pues encarna esa cadena de analogías de la que Puf está totalmente exiliado, todavía pensando que el proceso es lineal, aprendiendo que es vertical, que funciona "por inmersión directa en la sabiduría", situación que llega a su clímax cuando ingiere el elixir de los últimos tiempos y se acuesta en la camilla mientras le enseñan los intervalos musicales de la aritmética, los números naturales, y de pronto ve el sueño en su vigilia o la vigilia en su sueño y todo el tiempo en la curvatura de una copa de cristal; podría decirse que está en el 'bardo', en ese estado intermedio de luces y sombras en el que lucha consigo mismo y contra todo pues sólo ve en la realidad 'exterior' la imagen de sus personajes internos, a los que rechaza confundiendo con ellos a los necesitados.

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¡Miserable! oye que le grita un coro mortuorio; se queja de todo, no se da cuenta que un auténtico exiliado "no ha hecho otra cosa que comer mierda toda su vida"… ¿Qué le sucederá cuando sea introducido en la Cámara oscura del Conocimiento, "en el Centro Neurálgico de la Enseñanza y del Ser", para lo cual ha tomado como paso previo ese elixir?

La eficaz e impoluta enfermera va y viene mientras el Dr. Chuleta traspasa el paciente al siguiente facultativo habiendo cumplido su parte; por cierto el famoso método del profesor, que no aparece en la obra, resulta ser inefable y ni los mismos doctores saben bien cómo funciona. El caso es que el doctor Hobby espera el producto de esa Cámara oscura, de esa máquina del Conocimiento capaz de demoler los huesos.
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Y lo que sale de allí disfrazado es un subproducto, como si fuera el conjunto de todo lo que no es, de todos los disfraces, de hecho es un usurpador, un espía que no se sabe cómo ha entrado allí y que nada tiene que ver con Puf y que rápidamente detectado se confiesa una copia de sí mismo (¿cómo va a saber que todavía hay otra muerte y otro nacimiento?), y además la peor copia posible, la de sí mismo, "la copia de un falso original" en palabras del doctor– pero admite que eso es lo que quiere ser ¿cómo va renunciar a ver su reflejo en el espejo, a verlo "en los cristales de los escaparates al pasar?"
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Está condenado a no volver a nacer, al olvido final, aunque no se sabe pues "el continuo es indefinido" canta el coro de ultratumba, y es que incluso entre los pálidos reflejos brilla el símbolo, especialmente cuando, como dice Dante, se ha "abandonado toda esperanza" según es propio de la entrada en el infierno. Por la enfermera sabemos que Puf salió por la puerta de atrás con la conciencia y determinación de cambiar su vida y prometiendo volver al siguiente martes, como de costumbre.

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Como decíamos antes hay que embadurnarse entero, inmersionar sin miedo, dejarse penetrar por esta dramaturgia con apariencia de comedia para poder escuchar todas sus notas, para poder intuir que todo lo que creemos ser es pura imaginación, por el simple hecho de que el verdadero sujeto nos es desconocido, como es natural, ya que se trata de un Sujeto universal; pero, si al mismo tiempo es la única realidad posible y la cadena de analogías depende en última y primera instancia de su Presencia, el método es infalible aunque sea inefable, o actúe como aparente broma, o de maneras contradictorias. Parece que lo que cuesta es entrar solo a la Cámara oscura del Conocimiento, aunque sea fácil a priori asentir con el doctor a que "el hombre nace desnudo y muere desnudo". Se nos ha demostrado que la realidad es ilusoria, lo que interesa son los hilos detrás de la escena, y estos no son sino vehículos.
El continuo es indefinido, lo que interesa es la irrupción en lo vertical.
Al terminar, autor y actores tuvieron que salir a escena varias veces ante los continuados aplausos de la asistencia, de unas 60 personas, algo un poco sorprendente para los tiempos que corren. Alguna voz decía curiosamente: ¡otra, otra! Se sabe que ya están preparando El Tesoro del Sr. Valls.

J. M. Río


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