Como director y fundador de la Colegiata Marsilio Ficino y de la revista Symbolos y su anillo telemático, quiero presentar este nuestro blog oficial de la Colegiata, que esperamos sea ágil y dinámico pese a la profundidad del pensamiento que le es inherente. Lo hacemos también con el Teatro de la Memoria, una nueva manera de percibir lo ilusorio y la ficción que uno puede vivir trabajando en el laboratorio de su alma e intelecto, lo cual es una novedad ya presentida en el tratamiento de la cosmovisión y su representación teatral. Por lo que deseo a esta forma de expresión del Arte –que sin embargo tiene precedentes ilustres– la mejor de las andaduras y el mayor éxito.
Federico González

domingo, 3 de enero de 2010

APROXIMACIONES


1. El espacio es el escenario; el tiempo la actuación. El desarrollo de la trama es el movimiento fijado en el libreto, es decir la marca del destino hacia el que se encamina la puesta escénica, así tenga por detrás una historia o no.
Cada intérprete debe hacerse cargo de este esquema general ­–aunque borroso– y comprometerse a llevar al máximo las posibilidades de su papel como un compromiso consigo mismo.
Nuestros intereses son iniciáticos y por ello supracósmicos pero esos fines necesitan de soportes y el teatro y la actuación en general, basada en el espectáculo constante en que se vive, puede hacer salir del sueño tomando conciencia de ello, y optando por el camino del despertar que a veces es negación, ejemplo: no soy esto, no soy aquello, ni eso, ni él, ella, o lo que tales consideran la realidad.
La unidad no está determinada si no por su propia afirmación y es la mejor imagen de la conciliación de opuestos; más allá de ella no hay nada de lo que pudiera ser algo.
Lo cual define al acto creativo, y en nuestro caso la actuación.
No es la política sino la vida, el arte de lo posible y ésta es la labor de un actor que revive a su personaje, mediante una cantidad de elementos que exige la interpretación a través de la comprensión, la memorización de lo que dice el texto mediante la voz, su entonación, el gesto, etc. y el desarrollo de todo ello.

2. El actor es el eje de la obra. Efectivamente, la Colegiata es un teatro de actores y todos los esfuerzos que se hacen son para tal fin. Para que el actor encarne cada uno de los personajes, encuadrados en el texto de la obra, para encontrarse, pensando que debe representar ese papel ante un público que todo lo ignora acerca de ese acontecimiento teatral.
Es decir, todo el montaje de la Colegiata está encaminado hacia el actor, interpretando una de las tantas facetas que pueda poseer, o imaginar ­­–que para los efectos es lo mismo­– de acuerdo con las enseñanzas recibidas con las que debe ubicarse en el transcurso de esa pieza, también imagen del Gran Teatro del Mundo.

3. ¿Por qué la magia del teatro? ¿Por qué unas cuantas telas, unos pobres paños y un espacio dedicado a la escena, produce tanta expectación que se resuelve en unos gestos y unas voces que siempre algo tocan del espectador, incluso su rechazo?
Misterio.

4. El actor ha de saber que en cualquier papel de teatro está su identidad, a la que sólo debe agregar su interpretación. El actor es ni más ni menos que un intermediario, como es el ser humano respecto a la vida.
Federico González

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