(Comienza la escena, una mujer sentada en un escritorio con un cuaderno en blanco en el que se dispone a escribir. En el escritorio hay también una caracola).
¿Cómo se convierte la caverna en montaña? O lo que es lo mismo, ¿cómo aprehender el lenguaje que lo revela? El lenguaje de los símbolos y las certezas, transmitido por el heraldo proverbial, (reparando en la caracola que hay sobre el escritorio) oyendo su voz a través del intermedio de otras voces, de todas las voces si me paro a reflexionar, porque hay un hilo sutil que une la trama entre sí. La Creación entera expresando un solo Nombre, revelando una Presencia.
(Se pone a escuchar la caracola, y acto seguido se levanta).
“De naturaleza musical está hecha el alma humana y su inteligencia...”.
La Inteligencia desenrollando la madeja teje, con un movimiento rítmico, una red geométrica de extensión indefinida. Con su actividad incesante conduce el hilo del cielo, entrecruzado con el hilo de la tierra, generando mundos en los que se adivina un plan, una estructura invisible... Todo está vivo en esa red, revelando un modelo, como una espiral a modo de gran serpiente enrollándose, que sólo en sus fragmentos es visto como algo distinto.
(Entre exclamaciones). ¡Claro, la rueca, la rueda imagen simbólica del Cosmos! La inteligencia… El hilo de Ariadna, (en este momento se levanta y dirige rápidamente al escritorio como dispuesta a escribir todo lo que acaba de recibir) la enseñanza que nos permite acceder a otros grados de conciencia, a otras lecturas diferentes de la realidad y de la descripción que tenemos de la misma. Las palabras cobran sentido y se convierten en expresión de esa otra escritura con mayúsculas que ha conformado el Universo. El enemigo de esa luz es la propia ignorancia que nos encierra en una cárcel, en una ilusión. ¿Cómo escapar de ella? ¿Cómo traspasar el umbral que nos conduzca hacia lo que es real? ¿Qué es lo real? ¿Qué es la verdadera identidad?
(Vuelve a levantarse del escritorio).
En algún momento, aunque no sea consciente del todo, la necesidad es tan imperiosa, que surge la posibilidad de renacer a otra realidad. La puerta siempre esta abierta. Supone asumir que todo se ignora, así que todo ha de ser aprehendido... Una cadena nos une con la fuente de la que mana toda Sabiduría.
La luz emanada de esta fuente nos hace percibir en cada uno de nosotros una especie de identidad de ser hombre, más allá de las diferencias aparentes, claro está, físicas o psíquicas; es la Idea de Hombre en el sentido platónico, del arquetipo, el modelo que se nos hace reconocible al intelecto, y que hace que no confundamos a nuestra parentela y amigos con monos, asnos o alcachofas.
Y así, el arquetipo del arquetipo, un modelo perfecto en su sencillez, la clave en la trama de la tejedora, evocado por todas las culturas tradicionales, porque este es su origen y su meta. (Se dirige al escritorio y coge el cuaderno en el que va buscando los dibujos del Arbol de la Vida y la Tetraktys conforme se dice el parlamento, también la cita que dice más adelante, y se acaba sentando en el escritorio). Brillantemente establecido en el Arbol de la Vida cabalístico, o en la Tetraktys pitagórica, aunque si bien como escribió Platón por boca de Sócrates: “Los hombres de otro tiempo, que no tenían la sabiduría de los modernos, en su sencillez consentían escuchar a una encina o a una piedra, con tal que la piedra o la encina dijesen verdad”.
(Como reflexionando). Una piedra o una encina, nada menos.
La Verdad que por definición no puede ser negada, es por lo tanto lo único real e ilimitado. Pero la paradoja es que el camino hacia ella es la negación: ni esto, ni aquello, ni nada que uno pudiera imaginar o desear; con cada no una disolución que va dejando un espacio vacío que es el principio de una afirmación, de una coagulación, una certeza.
La expresión de la Verdad es la Tradición, (coge la caracola) su búsqueda es lo ofrecido por la enseñanza de los antiguos, una herencia que es como una copa que porta la muerte y la vida, el misterio de la identidad. (Se levanta a lo largo de este parlamento). Podemos rechazar lo ofrecido, dejarnos llevar por la corriente de la existencia, sumidos en un sueño, creyendo ser algo distinto, recuperar así una individualidad, algo perentorio que ha de desaparecer tan pronto el nudo sea desatado para dar lugar a la posibilidad de una nueva trama. En cualquier caso esta decisión en nada afectará el gesto perenne de la Gran Tejedora. Podría parecer el camino más fácil. ¿Por qué, sin embargo, se siente esta sed? ¿Quién soy, cual es mi origen, cual mi fin? Beber es adentrarse en lo desconocido, como única garantía, la promesa liberadora de que es posible aprehender la Verdad.
Esta es la ambrosía de los dioses, el elixir de la inmortalidad. A veces es como un calor tenue que se expande y produce un estado de alegría, se comprehende que todo es sencillo y luminoso, los pájaros, las estrellas… La Vida aparece como extraordinaria. Como sucede alguna vez, es la belleza.
Otras es como un veneno por el cual la respiración se vuelve lenta, invirtiendo su ritmo hasta detenerse, las formas se difuminan, el tú y el yo se diluyen, lo que envolvían se hace más real, éste parece el umbral del misterio, se presiente el silencio que sólo escapa a la sinrazón de la ignorancia.
¿Cómo puede aquél al que se le dio todo haber quedado reducido a una visión tan mínima y limitada de su existencia? Se hizo una elección.
Demiurgos caídos que se aferran a sus deseos condicionados, a sus ilusiones, para construir horrendas fantasías expandiéndose en la horizontal multiplicidad, inmersos en su propia tontera, cercanos ya a nuestro fin.
(Coge la caracola y vuelve a escucharla, luego se sienta en el escritorio).
Es momento de ejercitar la Memoria. La Inteligencia revela una Sabiduría, y ambas conforman una Voluntad de Ser que es el inicio y el fin de todo lo nombrable. Esta voluntad es una presencia inmanente a todo lo creado, el revelador de esa presencia es el dios Hermes. Es a través de su intermedio que lo velado se va revelando... El es el verdadero escriba, y lo demás, una ilusión.
(Empieza a escribir, mientras dice en voz alta).
¿Cómo se convierte la caverna en montaña? O lo que es lo mismo, ¿cómo aprehender el lenguaje que lo revela? El lenguaje de los símbolos y las certezas...
(Telón).
Beatriz Ramada
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