Como director y fundador de la Colegiata Marsilio Ficino y de la revista Symbolos y su anillo telemático, quiero presentar este nuestro blog oficial de la Colegiata, que esperamos sea ágil y dinámico pese a la profundidad del pensamiento que le es inherente. Lo hacemos también con el Teatro de la Memoria, una nueva manera de percibir lo ilusorio y la ficción que uno puede vivir trabajando en el laboratorio de su alma e intelecto, lo cual es una novedad ya presentida en el tratamiento de la cosmovisión y su representación teatral. Por lo que deseo a esta forma de expresión del Arte –que sin embargo tiene precedentes ilustres– la mejor de las andaduras y el mayor éxito.
Federico González

martes, 2 de agosto de 2011

Historia Sagrada III

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NOCHE DE BRUJAS


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PRIMER ACTO

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BRUJA: Silencio, hermanas, va a comenzar nuestra ceremonia. Bebamos el brebaje y untémonos con nuestras pomadas hechas con los elixires de la naturaleza y hagamos las ofrendas acostumbradas. Silencio, hermanas, invoquemos con toda el alma a nuestro amo y comencemos a brindar por la salud de las estrellas.
BRUJA: Levanto mi copa por la fértil luna, equívoca y obediente, caprichosa reina de la noche. (Bebe).
BRUJA: Por el alado Mercurio, el mensajero secreto del Demiurgo del mundo. (Bebe).
BRUJA: Brindo por la tersura del amor. Por la juventud sin barreras. Por la unión orgiástica con el cosmos invisible. (Bebe).
BRUJA: Por el bendito sol de cada día y por la belleza y la majestad radiante del macho cabrío. (Bebe).
BRUJA: Por la fuerza marcial del rigor y el carácter indomable del rito. ¡Acude a vengarnos, dios de la guerra! (Bebe).
BRUJA: Bebo en homenaje al Señor más dulce y comprensivo, a la salud de nuestro padre arquetípico. Venga a nosotros la magia del verbo y la transformación del amor. (Bebe).
BRUJA: A ti, melancólico antiguo, que permanentemente recuerdas la memoria del mundo. (Bebe).

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(Las cuatro brujas alzan la copa al unísono, y a coro): ¡Y a ti, Calodemon, príncipe de príncipes, que reúnes toda la potencia de los planetas!

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(Lentamente comienzan a hacer como una ronda alrededor del eje).

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BRUJA: Invoquemos al Señor de la sangre.
BRUJA: Al amo de la noche.
BRUJA: El Señor del país de los muertos y soberano de los dioses del inframundo.
BRUJA: Nuestro sacrificio anuncia nuestro viaje por las regiones siempre vírgenes.

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(Inmediatamente se ilumina el poste central, se aviva el fuego, se apagan las antorchas de los asistentes al aquelarre y en medio de una gran llamarada aparece el Diablo caracterizado con los atributos de Macho Cabrío).

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DIABLO: Se dice que los ángeles cohabitaron con las mujeres de los hombres, viendo que éstas eran buenas. No soy sino un ángel caído entre vosotras. Podéis enrularos en mis cuernos, ensortijar mi barba de chivo, desenrollar mi cola. Susurrar suavemente mi nombre. Y hasta olerme y aspirar mi azufre con mucha concentración y calma. Una mirada lenta y demorada sobre mi cuerpo, que lo abarca todo. ¿Cómo si no entregarse a la imagen candente de la belleza?

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BRUJA: Nosotras no te amamos secretamente.
BRUJA: Eres el amo al que nos orgullecemos en servir.
BRUJA: ¡El príncipe más poderoso!
BRUJA: Sin tu rostro no veríamos el rostro.

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DIABLO: Penetro en vosotras y me posesiono de todos vuestros fluidos. ¿Qué sería del Universo sin nuestras gloriosas cópulas?

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BRUJA: Nuestro amado nos espera en lo más secreto de la gruta.
BRUJA: ¡Como rocío recorre nuestra piel!
BRUJA: Su lengua de fuego todo lo trastorna.
BRUJA: Terremoto y ciclón es su llegada. Ante su presencia los torbellinos se expanden por doquier y a él retornan constantemente impregnados de la sexualidad de todo el orbe. Su manifestación es un orgasmo perenne del que surgen todas las cosas, las que vuelven a él por el deseo que les provoca. Copula místicamente al mismo tiempo con todas nosotras.

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DIABLO: Esperad un momento, amadas hijas y hermanas, sofocad un poco vuestro ímpetu que tengo que decir unas palabras.

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(Hace una pausa grave, se adelanta hacia el foro y luego, con voz fuerte y vibrante, y mirando fija y febrilmente al vacío de la sala). Quiero dirigirme a vosotros, inquisidores oficiales, entidades mecánicas y seguras de sus buenas costumbres y sus estrechos criterios higiénicos-morales y económicos-políticos.

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BRUJA: Bendita sea la generación. Benditos los frutos de la tierra. La savia del mundo cohabita despreocupadamente.
BRUJA: Plena de lujos.
BRUJA: Turgente de frutos.
BRUJA: Ausente de afanes.
BRUJA: La noche como una hembra en celo dispuesta a ser fecundada.
BRUJA: Deseando ser penetrada por el Macho Cabrío, por el chivo antiguo y tenaz.

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DIABLO: ¡Iniciaos en los misterios de la sexualidad, hermanas!

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(Se vuelve hacia el centro donde anteriormente se encontraba, y los reflectores iluminan a una mujer desnuda, de gran belleza, otra bruja, virgen, que se inicia tendida en una mesa-altar).

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BRUJA: Tu olor fermenta la sangre.
BRUJA: Tu fetidez estalla en la sangre.
BRUJA: Tu presencia es nuestra unión.
BRUJA: (Ansiosa). Apaga Señor nuestros deseos.
BRUJA: Satisface nuestra sed de conocer.

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DIABLO: Comulgamos con el mismo vino. Extraemos nuestra energía del lugar de los difuntos. Crecemos con las exudaciones de las piedras y las nieblas de los bosques, y nos transformamos en animales fabulosos. (Al público). Jamás ustedes podrían haber imaginado algo similar. (Nuevamente vuelve a quedar extático y febril hablando al vacío de un auditorio invisible). Deshonráis a la mujer del pobre y lo arrojáis a la violencia y a la desesperación. Despreciáis y ejercéis vuestra crueldad sobre aquél que no puede defenderse y le imponéis una realidad subhumana. Para vosotros las mujeres son objetos que debéis aprovechar y destruir. No sabéis lo que se oculta en el fuego porque creéis que sólo vuestros deseos son importantes.

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BRUJA: (Pensativa, mirando al Diablo). ¡Cuando me una con mi amado todo temor desaparecerá! (Volviéndose al público). Parece un sueño que seáis vosotros quienes nos condenen...
BRUJA: El orgullo os impide acercaros a la vida. La soberbia de vuestra mentida humildad os convierte en mediocres.
BRUJA: Escatimáis el placer pero medís exactamente vuestras crueles acciones.
BRUJA: No sabéis lo que es la vida, sino que creéis que ella obedece a la ley y grosería de vuestro antojo y provecho. Coláis el pajarillo y os tragáis el camello.

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DIABLO: ¡Invirtamos toda la cuestión! Es nuestro turno para devolver el golpe. ¡Ninguno de entre vosotros puede hablar en nombre de lo sagrado! ¡Malditas sean vuestras acciones! ¡Que los rayos aniquilen vuestros pensamientos! ¡Vuestro Dios es ateo! ¡Sois una chusma piadosa!

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BRUJA: (Dirigiéndose nuevamente a un público imaginario ubicado en el vacío). (Lo mismo hacen todos hasta fin de acto, o sea que se refieren a un público “ideal” que por momentos es la asistencia concreta del público oyente). Se impacienta la sangre ante vuestra estulticia. Se revuelve nuestro deseo de amor al despreciaros. Al veros tan ridículos como mal intencionados. Sólo pompa sin alma. Sin carne, sin sangre, pobres y pálidos muñecos fofos a los que no anima ningún espíritu.

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DIABLO: Sólo nosotros conocemos el verdadero placer, porque jamás se nos ocurrirá ni pesarlo ni medirlo. Por otra parte si no fuera por vuestra imbecilidad no serían posibles tales deleites.

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BRUJA: Creéis que la castración es virtud, o fingís creerlo, y por resentimiento la queréis imponer a los demás.
BRUJA: Porque disfrutáis en mandar y ser obedecidos, en ejercitar vuestro poder de corto alcance y de respuesta inmediata y segura. Así fuese cualquier cosa la que dispongáis o queráis imponer.
BRUJA: Cuanto más desgraciada y perversa más la gozáis. Cuanto más confusa y literal más os place. En esto radica vuestra ciencia. Esta es vuestra sabiduría.

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DIABLO: La restricción física y mental es vuestro lema. Imponerla con violencia vuestro fin. Vuestra fuerza radica en la bestialidad de la ignorancia. Y lo peor de todo es que sois legalistas, y en esta ignorancia se inspira vuestra ley.

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BRUJA: De todas las posibilidades de la vida habéis elegido la hipocresía.
BRUJA: Sois cómplices en la destrucción de este mundo.
BRUJA: (Haciéndose la interesante). Nosotras no estamos en vuestro libreto.
BRUJA: Zarandéalos, estrújalos, olvídalos.
BRUJA: Ni siquiera son capaces de mirarnos.
BRUJA: Muéstrales aquello que les gusta.
BRUJA: Eso sólo a mi Señor.
BRUJA: Tienen miedo.
BRUJA: No es con vosotros, beatos, religiosos y delicados policías... No es con vosotros, grotescos de fingida ciencia; no es con ustedes con quienes compartimos nuestra gracia y a quien damos nuestro tesoro.
BRUJA: No nos compran vuestros abalorios, ni vuestro oro ni poder.
BRUJA: Sois completamente tontos: pagáis muy caro por vuestro dinero.

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DIABLO: Esperábamos la traición. Estaba escrito vuestro ciego destino. Vuestra participación está descontada. Actuaréis hasta el último momento como agentes activos de la puerilidad. Sois los esclavos más obedientes del mundo. Títeres en vuestras propias manos, cruzadas y satisfechas sobre la tripa.

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BRUJA: Ni con veneno curamos a esta manada de inservibles, a este hato de incapaces que se autodenominan hombres.
BRUJA: Ni con el elixir de la serpiente.
BRUJA: Ni con el aguijón de escorpio.
BRUJA: Ni con la furia de la tempestad, resucitamos a esta tropa de amorfos.

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DIABLO: (Asombrado-burlón). No le temen a nada porque creen que su seguridad consiste en aparentar saberlo todo y se desplazan a través de un decorado.

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BRUJA: Consideran que su mediocridad es virtud y quieren imponerla como norma.
BRUJA: Como la noria siempre llegan al mismo sitio.
BRUJA: Pero no se dan cuenta.
BRUJA: Si se lo dices te quieren matar.
BRUJA: E inexorablemente tratan de llevarlo a cabo.
BRUJA: Pues no pueden sino destruir a lo que ven como enemigo.
BRUJA: Y es enemigo todo aquello que no comprenden.

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DIABLO: Y no pueden comprender lo que niegan. Por eso solamente admiten el bien. Y el bien indefectiblemente son sus intereses personales.

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BRUJA: (Con voz dolorida). Me enseñasteis el vicio y el error.
BRUJA: Aniquilasteis las tradiciones antiguas, matasteis a nuestros padres.
BRUJA: Exterminasteis a nuestra generación.
BRUJA: Habéis contaminado al mundo entero.
BRUJA: Si Jesús viviera actualmente y dijera e hiciera las cosas que narra el Evangelio diríais que no es cristiano. El Cristo no es cristiano para ustedes. ¡Escupo en vuestro falso dios de madera y odio, para que los espíritus sean honrados y satisfechos!

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DIABLO: Os andáis preguntando todo el tiempo si lo que hacéis está bien o mal. Si sois buenos o malos. ¡Como si fueseis tan importantes! Os torturáis mentalmente para nada. Invierto vuestro discurso y vade retro.

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BRUJA: Y os sentís soberbios con la posesión de vuestra pretendida verdad, y vanidosos por la justicia de vuestras acciones, que por ser tales, vuestro supuesto dios, cambiante y oficialista, inmediatamente legaliza y certifica.

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DIABLO: Esa es también vuestra ciencia y vuestra religión. Una suma de burdas e inmensas minucias a las que se idolatra. Pretendéis ser un fin y no un medio. ¡Arrojo mi tempestad sobre vuestro rostro!

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BRUJA: Vosotros decís que vuestro amo es distinto al nuestro. (Enfática). Tenéis toda la razón. Nuestro Señor nada tiene que ver con el vuestro.
BRUJA: ¡Simuladores. Nos condenáis y en secreto copiáis nuestras recetas para libraros de vuestros males, consultándonos acerca de vuestras aflicciones!
BRUJA: No toleráis que vuestros chismes y manejos, vuestros celos y envidias, no hagan mella en nosotros. Nos odiáis porque enfrentamos lo que vosotros rehuís.
BRUJA: A ustedes les importa más su iglesia y partido que el dios al que dicen adorar. La Teología es más que la palabra del Hijo del hombre. El éxito más que la verdad. Miserables y ahorristas de corazón, sois tan corruptos que todo lo que os parece malo ha de ser bueno para nosotras.
BRUJA: Porque lo que es el bien para vosotros es el mal para nos.
BRUJA: Y negamos la negación de la verdad y del ser.
BRUJA: Maldecimos vuestro engañoso buen decir.
BRUJA: Maldito vuestro bien que identificáis siempre finalmente con el dinero y el poder.

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DIABLO: Con mi arte maldigo vuestra fuerza que sólo se apoya en el egoísmo y en la violencia.

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BRUJA: Y en la demencia de vuestros sueños destructivos.
BRUJA: Ya no miráis a las cosas sino para calcular lo que podéis obtener de ellas.
BRUJA: Y no sois lerdos en saquear y juzgar.

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DIABLO: ¡Gritad más fuerte, hermanas, estos ilusos quieren irse a la tumba perfectamente sanos! ¿O acaso pensáis que al final no tendréis que entregar vuestro equipo?

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BRUJA: (Fingiendo). Tememos la excomunión.
BRUJA: (Igual). Si no acatas su autoridad no se os puede enterrar en campo santo.
BRUJA: (Igual). No te dejan recibir jamás ningún sacramento.
BRUJA: (Concluyente). Te someten a la muerte civil, a la cárcel espiritual perpetua, si no piensas lo que a ellos en ese momento les conviene.

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DIABLO: El único mandamiento es no mandar. Al revés, vosotros esparcís la ignorancia entre las pobres gentes, para poder sojuzgarlas con la superstición. Habéis entrevisto el mal sólo para asumir el papel de los buenos. El temor a vuestros sucios fantasmas os ha llevado a imaginar ese mal y simultáneamente a negarlo. Queremos asumir vuestras horribles fantasías y destruiros con ellas.

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BRUJA: No quedará uno de ustedes.
BRUJA: Contados están vuestros días, como los pelos de vuestras cabezas.
BRUJA: Lo veréis en vuestra generación.
BRUJA: Robáis en pueblos y aldeas.

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DIABLO: Si está claro que vuestra moral es hipócrita, está igualmente claro que lo que llamáis verdad ha de ser sinónimo de inmoralidad. Bendito lo que llamáis inmoral si esa resulta ser la verdad que nos justifica y por la que damos la vida. Por otro lado, las chicas y yo no trabajamos. Odiamos los esfuerzos innecesarios. Vivimos de arriba.

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BRUJA: (Lánguida). Sólo cabalgamos en el viento.
BRUJA: (Animada). Ejecutamos saltos prodigiosos.
BRUJA: (Misteriosa). Aparecemos y desaparecemos.

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DIABLO: (Espectacular). Brillamos con todas las luces.

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BRUJA: (Chismosa). Nos codeamos con nuestras hermanas las hadas.
BRUJA: (Objetiva). Estamos en todas partes.
BRUJA: (A uno del público). (Amenazante). Viviré siempre detrás de tus párpados...

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DIABLO: Cuando tenga tiempo vigilaré con ella tus sueños. Uno de estos días me instalaré en lo más hondo de tu corazón, al que no sangraré. Me contentaré con registrar tu completo derrumbe, asistiré por primera vez al asombroso espectáculo de la nada absoluta. (Rotundo). Soy el testigo mudo del mal. El andrógino: el ambidextro que al mismo tiempo disuelvo y coagulo. Soy el Vulcano cojo de las entrañas de la tierra. Mi poder es el fuego. Manejo las combustiones. La lenta corrupción y podredumbre general, que os invo1ucran.

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BRUJA: Amo la caricia del viento.
BRUJA: Percibid el mandato del trueno.
BRUJA: La descarga de rayos y centellas.
BRUJA: La fecundación de la lluvia.
BRUJA: Y la calma que sigue en el cuerpo de la tierra.

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DIABLO: (Volviéndose al público). Comulguemos bajo las dos especies. Del macho y de la hembra, del esperma y el menstruo. Tenéis un problema teológico contra nosotros que os impide ver nuestra sacralidad. Los excrementos son el símbolo de las transformaciones. Sin paso por el infierno no se hace el camino del cielo.

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BRUJA: (Confidencial, al público). El diablo, tal cual ustedes lo ven, nauseabundo y patán, es una novedad de su teología. Este personaje es un invento suyo.
BRUJA: En verdad nuestro bello Señor habita el centro de la tierra y desde allí promueve las artes y las sublevaciones.
BRUJA: (Al público). Pero vosotros le teméis, y por eso le deseáis destruir, y reflejáis en él todo lo que odiáis en vosotros. Y lo imagináis ridículo y repugnante, porque os estáis proyectando, sin saberlo, en vuestro propio espejo.
BRUJA: Lo veis así porque no le conocéis. Y porque no le conocéis es que no lo podéis amar como nosotras...
BRUJA: ... que lo reconocemos como el padrillo, el íncubo y súcubo de nuestro sueño y lecho.
BRUJA: Con el que compartimos la oscuridad de la inconsciencia.
BRUJA: (Doctoral). Hay personas a las que el Diablo condena, y otras para quienes es su salvador.
BRUJA: (Burlona). El hábito no hace al monje.
BRUJA: (Chismosa, chusca). Quien bien anda, mal acaba.

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DIABLO: (Al público). Soy un cuarto vacío, un espejo, de vuestra inconcebible tontera y la perdición de vuestra puerilidad. En vez de aprovecharos de mí, como está escrito en el libro de la vida, y de gozaros conmigo, y aceptarme en mi temible grandeza, habéis decidido entablar una lucha siempre sorda con mi imagen versátil. Habéis de saber que al odiar lo que odiáis os identificáis con ello.

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BRUJA: ¡Y no podéis volar!
BRUJA: El aire no os delinea los contornos.
BRUJA: Ni el gran viento os arrastra en su furioso ascenso.
BRUJA: (Confidencial). Así es que le teméis a la oscuridad.
BRUJA: A la auténtica soledad.
BRUJA: Porque os han enseñado a tenerle asco a las entrañas de la tierra.

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DIABLO: Resulta increíble que queráis llevar a la hoguera a quienes han hecho de su vida un sacrificio y una entrega total a la llama del amor y a los éxtasis y goces de la sublime y fogosa belleza. (Burlón). No sabéis hasta qué punto vuestra pretensión es un símbolo. Y creéis ser jueces llenos de autoridad, cuando en verdad sois agentes míos. Unos pobres diablos que no sabéis para quien trabajáis. Vuestros cortos alcances nada han podido averiguar sobre la trama y urdimbre del mundo y el auténtico poder al que obedecen todas las cosas.

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BRUJA: (Al público). ¿Por qué os tiembla la papada?
BRUJA: (Igual). ¿Por qué sudáis tan frío, hermano?
BRUJA: (Igual). Vuestros hipos y gruñidos más parecen estertores.
BRUJA: (Ingenua y con voz dulce). ¿Por qué aparentáis estar tan enfadados?
BRUJA: (Sincera, confidencial). Nosotras creemos en el mal.
BRUJA: (Al público, patética). ¡Cómo no creer en él si os estamos viendo!
BRUJA: ¡Cumplid pues vuestra misión providencial! ¡Os tomaremos como lo que en verdad sois; instrumentos de nuestro Amo!
BRUJA: Pero no pretendáis tener razón ni ser otra cosa que los ejecutores del mandato invisible.

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DIABLO: Os decís científicos y grandes experimentadores y apenas si sabéis lo que pasa a unos pocos kilómetros debajo del suelo. Señal, sin duda, del miedo que tenéis a mis territorios. Allí dentro hay árboles, y astros y mundos pequeñitos. Todo es vida en el interior de la montaña. (Con otro tono). Aunque es sabido que no hay existencia más dura que la de la piedra. (Ríe estruendosamente).

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BRUJA: Nos detestáis porque subimos muy alto y conocemos a los espíritus de la tierra y de la noche. Sabed que también damos la cara por vosotros, porque al fin y al cabo sois humanos, pertenecéis a nuestra especie.
BRUJA: ¡Reclamo la sutileza de la araña!
BRUJA: ¡Suplico la belleza del escarabajo!
BRUJA: ¡Exijo lo rotundo del sapo!

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DIABLO: (Ubicándose nuevamente en la posición central, comienza a oficiar con gravedad y con ademanes rituales sobre el cuerpo desnudo de la bruja virgen que se inicia en los misterios. El Diablo después de unos instantes de ceremonia se dirige a ella en voz alta). Vos aún sois doncella. ¿Sabéis que estáis siendo iniciada en el rito de la vida y la sexualidad? Os arrebatamos de vuestra madre porque ésta que conoceréis ahora es vuestra verdadera matriz. Y este soy yo, vuestro auténtico padre y esposo, Cacodemon, el Gran Hierofante. (El Diablo se aproxima a la doncella y se apaga la luz. Luego, se produce una gran calma, y de una luz apenas existente se va pasando a iluminar toda la escena. Las otras brujas se han ido acercando poco a poco hacia él, que ocupa el centro, y se arrodillan junto con la doncella desnuda frente a él; momento de gran expectativa y solemnidad).

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BRUJA: Nuestro amo eres tú, el falo primordial.
BRUJA: El esperma del mar y la nube.
BRUJA: La potencia siempre renovada, y el acto continuamente virgen.
BRUJAS: (A coro). Más nos vale sacralizar tu cola, o tu sombra, que toda la estúpida gloria de este triste mundo.
BRUJA: (Acercándose e hincándose, besa su cola con solemnidad). Beso con unción esta sagrada cola.
BRUJA: (Haciendo lo mismo). Imprimo mi ósculo de paz en esa tierra pura.
BRUJA: (Haciendo lo mismo). Sello mi compromiso con este acto ritual.

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DIABLO: ¡Estáis juramentadas!

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BRUJAS: (A coro, las cinco alzando el brazo y jurando). ¡Juramentadas!
(Lentamente se van apagando las luces hasta oscuridad total).

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FIN DEL PRIMER ACTO

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Entreacto

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Esta obra, como se ve, dice muchas verdades y es cualquier cosa menos políticamente correcta, especialmente en lo que se refiere a lo que se piensa que es el mal visto estúpidamente como la sexualidad.
La humanidad de hoy día, totalmente ignorante del símbolo y el verdadero significado de la sexualidad, no conoce más que su aspecto genital. Pero en el pensamiento tradicional los ritos de iniciación en ésta (totalmente sagrados como todo en su cultura), donde se vivencia esa realidad ritualizada, son considerados como una penetración en los misterios de la vida; o sea, los de la fecundación, concepción y creación, íntimamente relacionados con el despertar de la conciencia del deseo y el amor, producidos por la atracción de opuestos concordantes en la unidad de la belleza. ¡Quedamos conmovidos por la concepción de lo que este acto simboliza!
En una concepción sagrada no existe el bien ni el mal en cuanto aspectos separados o excluyentes el uno del otro, como no se excluyen la luz y la oscuridad, sino que se consideran como dos aspectos de un todo polarizado, invertido y dual o como una oposición que revela un desequilibrio, aunque conjugados por el sabio, mago o hierofante permanentemente en la Unidad, en el eje, produciendo el equilibrio, el estado de perfección de la polaridad y la dualidad en ella contenida. Viven esta realidad como una totalidad donde lo superior o celeste, la luz, se refleja en lo inferior o terrestre, donde se manifiestan concretamente las energías sutiles o ideas, y cuya emanación ordenan los ciclos de vida y muerte a través del movimiento del tiempo en el espacio. Pero como el cielo se refleja en la tierra, ésta, como receptáculo, obviamente está invertida para que lo superior, lo de arriba, pueda fecundarla, y de esa unión pueda producirse la creación de todos los seres y las cosas. Aunque cuando el pensamiento está desvinculado de su Origen, esto es, desligado de su fuente y desacralizado, lógicamente las cosas siempre van a ser consideradas desde puntos de vista profanos, literales, degradados y moralistas, implantados desde luego por la religión y la sociedad.
Lo que sí es el mal es la negación del Bien, o sea de todo lo que niega la Verdad y la Unidad del Ser -como lo dice el autor por boca de una de las brujas-, negación que proviene de la ignorancia, la tontera, la estupidez, los falsos egos, el miedo en todas sus formas, las ataduras -impedimentos- que obstaculizan la libertad de volar con el pensamiento, que falto de la luz iluminadora de la inteligencia que ordena, nombra y pone a las cosas en su lugar, está sujeto a los demonios y pasiones más elementales y groseras como lo son todos los vicios, prejuicios, trabas, complejos, aberraciones, etc., etc.
En su introducción Francisco Ariza determina muchos elementos que están en juego en esta ceremonia:

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Si bien el dogmatismo religioso consideraba, y sigue considerando, a las fuerzas elementales de la naturaleza como las raíces mismas del pecado, negando “a priori” cualquier participación o injerencia de lo sagrado en tales fuerzas, por el contrario el esoterismo y la gnosis de todas las épocas siempre las han considerado de manera muy distinta. Esto explicaría que bajo los cimientos de la catedral de Nôtre Dame de París (templo dedicado a la Diosa Madre cristiana) exista un altar consagrado a una divinidad cornuda más antigua llamada Cernunnos, a la que se destinaba un cierto culto ligado a los misterios telúricos, donde la práctica sexual, como ceremonia iniciática, no estaba excluida. Tengamos en cuenta que para la gnosis y el verdadero esoterismo (incluido el cristiano) las divinidades subterráneas y ctónicas participan de lo sacro tanto como las divinidades celestes, aunque en un grado o proporción más restringido al ser su reflejo.
El punto de vista metafísico no excluye a las cosas sino que las integra situando a cada una en el lugar que le corresponde dentro del orden universal. De esta manera, en la estructura jerárquica del universo, el “mundo inferior” tiene su función y su importancia, que consiste precisamente en la de estar invertido en relación al que le es superior: el mundo celeste. Es en calidad de símbolo, es decir como expresión refleja de la realidad arquetípica, que el mundo inferior, nuestro mundo, adquiere todo su sentido y valor. Desde esta perspectiva el inmenso despliegue del cosmos material, incluidas las energías invisibles que lo generan y animan, deviene el soporte que sirve de manifestación a lo genuinamente espiritual y trascendente. O dicho de otra manera, desde lo sagrado, la Naturaleza en todas sus formas es también, y fundamentalmente, un recipiente que deja traslucir lo sobrenatural que la fecunda. ¿Acaso no alude esta complementariedad a la conocida fórmula hermética de que “...lo de arriba es igual a lo de abajo, y lo de abajo igual a lo de arriba, para hacer el milagro de una cosa única”? Sin embargo, el Universo, siendo evidentemente un organismo vivo y una unidad indisoluble, está dividido en tres grandes niveles, planos o mundos que las diversas cosmogonías hacen corresponder al Cielo, a la Tierra y al Infierno, o Inframundo (o también a Cielo, Atmósfera y Tierra) análogos respectivamente al “Spiritus Mundi”, al “Anima Mundi” y al “Corpus Mundi”. Cada uno de estos tres planos tiene su propio principio rector, su ángel, su dios o su potencia creadora. A esto se alude precisamente en Noche de Brujas por boca del mismo Diablo cuando dice: “Y así como en el cielo mandan los amos del cielo, aquí en la tierra mandamos los espíritus de la tierra...” En el mundo del hombre, considerado en su humanidad terrestre e individual únicamente, ese principio recae precisamente en el Diablo. El es el Mago a las órdenes del Demiurgo del Mundo, que reuniendo en sí mismo la potencia de todos los planetas (ideas-fuerza creadoras) organiza el mundo material (hílico) y anímico (psíquico) a partir de las formas que nacen de su copulación con la substancia primordial, la hembra misteriosa y profunda, la “Terra Mater Genitrix”.

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Como lo determina el autor en una de las notas que preceden a la obra, en la oscuridad del entreacto se cambian rápidamente los elementos escenográficos.
El rito continúa y las Brujas se preparan para recibir al Diablo, entidad misteriosa que habita en el centro del corazón. ¿Quién? ¿Amor? Transformador de todas las cosas; principio, medio y fin; Hermes Solar, maestro interno, instructor y guía en los misterios de la cosmogonía por intermedio del Arte y la Ciencia.
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Lucrecia Herrera


(Continuará)

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